Cuando apenas era una niña, Kotoko fue secuestrada por un yokai. Estos espíritus la convirtieron en un poderoso intermediario entre el mundo de los humanos y el de los espíritus, pero su poder le costó muy caro: un ojo y una pierna.
Ahora, años después, ella vigila a los yokai que pueden ser considerados amenazas para los humanos, al mismo tiempo que comienza a desarrollar sentimientos por un joven llamado Kuro, quien también es especial; pues un encuentro con un yokai finalizó con él consiguiendo poderes de curación.
Él es sorprendido cuando Kotoko le pide que formen un equipo para manejar a los yokai que causen problemas, para así preservar la delgada línea que separa a los espíritus de los humanos.
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